Partiendo de la excelente (y breve) síntesis de Roger Senserrich en Jot Down de los pros y los contras de los modelos de pago y administración de servicios médicos por los estados, ofrezco la siguiente cronología personal, junto con algunas fechas en la cronología política de EEUU. La idea no es lamentar mi situación personal – que en general es buena y creo supera al promedio norteamericano –, sino daros un pequeño mapa textual que permita conceptualizar la ruta extraña por la cual han pasado muchas personas en los últimos años.
Empecé por registrar una crónica bastante más amplia, incluyendo la experiencia del matrimonio gay de mi madre, los cambios en mis pensamientos sobre la guerra antiterrorista y las revelaciones de Wikileaks y de Edward Snowden, y mi experiencia personal de las reformas en el área de deuda estudiantil, pero mis experiencias de las últimas semanas me impulsaron a enfocarme exclusivamente en la reforma sanitaria.
Importante saber: Mi esposa y yo estamos bastante sanos … y tenemos suficiente edad (34) para conocer a muchos amigos que han enfrentado problemas severos, incluyendo condiciones crónicas. Siendo poco humilde, puedo afirmar que los dos somos capaces de hacer ejercicio al nivel de gente más joven. Además, tenemos una hija muy sana por lo general, y cuyo nacimiento procedió sin ninguna complicación. Reconozco que somos muy, muy afortunados en la vida; se necesitaría el triple de palabras para escribir las crónicas de muchos otros.
Cronología:
noviembre 2001: Recién he vuelto a EEUU después de un tiempo viviendo en Chile, donde había intentado montar una vida. Tengo 22 años. Caduca mi elegibilidad para compartir el seguro de mi padre, quien en ese momento es empleado civil de la Armada norteamericana. Estoy “sin asegurar” por primera vez. En la misma fecha, empiezo a hacer frente a mis deudas estudiantiles, que debido a nuestro sistema privatizado son considerables. Estoy desempleado. (Desde el otoño de 2010, las primeras cláusulas activadas del Obamacare obligan que las empresas de seguro permitan a los padres incluir a sus hijos en sus planes – pagándolo, por supuesto – hasta que éstos cumplan 26 años.)
2001: El presidente Bush está bajo presión de implementar políticas domésticas de acuerdo con sus promesas de “conservador compasivo” de la campaña electoral del año anterior. Una primera propuesta que se pide es permitir que los fondos del gobierno se utilicen para investigar los usos médicos de las células madre. Unas semanas antes de 11-S Bush aparece en televisión abierta desde su residencia de Texas para declarar que por razones éticas no permitirá el empleo de tales fondos. Por unos años más, esta declaración representará casi la totalidad de su acción en el área de la medicina. Durante los años siguientes también abundarán las investigaciones y denuncias por incumplimiento de promesas hechas en relación al tratamiento de los veteranos, culminando en un escándalo sobre el nivel de atención en el hospital del ejército Walter Reed en 2007.
septiembre, 2002: Consigo seguro médico como parte de un nuevo trabajo que me lleva al estado de Texas. (Tengo el empleo desde mayo del mismo año, pero son pocos los trabajos que ofrecen seguro médico desde el primer día.)
abril, 2003: Pierdo el trabajo y el seguro. Consigo otro trabajo (que no ofrece seguro) y además tengo mi propio negocio de tutoría. Soy de nuevo un “uninsured”.
agosto, 2003: Empiezo mis estudios graduados en un programa que ofrece como parte de la beca un seguro de salud. El hecho de conseguir seguro, más la opción de postergar mis pagos de deuda estudiantil, son factores en mi decisión de convertirme nuevamente en estudiante.
2003-6: Bush implementa su única reforma sanitaria, la “Ley de Modernización de Medicare y Medicamentos Bajo Receta». Es laberíntica en su diseño y por eso difícil de debatir, pero su elemento más importante – en vigencia desde 2006 – es la “Parte D,” una serie de programas que permiten que algunas de las personas mayores de edad, receptoras de atención médica pagada por el estado, opten voluntariamente por un servicio de medicinas recetadas administrado por empresas privadas y pagado en parte por el beneficiario. Esta es una simplificación, y hay muchas controversias asociadas con esta ley que serían imposibles de resumir aquí. Basta decir que en general es beneficioso para algunas personas mayores – aunque complicado de manejar – y de gran beneficio para las empresas productores de medicinas.
También se implementan las llamadas “cuentas de salud,” – una especia de sueño reformatorio de los sectores pro-privatización – que permite que los pagadores de impuestos ahorren una porción de sus ingresos, sin impuestos que se destina a una cuenta dedicada exclusivamente a futuras necesidades médicas. En estos años, en referencia a estas medidas y otras – por ejemplo de bienes raíces – Bush suele hablar de “sociedad de responsabilidad personal,” y “sociedad de dueños.”
julio-septiembre, 2005: Consigo mi maestría y cambio de universidad (y de ciudad) para dedicarme al doctorado. Como paso unas semanas sin estar asociado a ninguna institución, también paso ese tiempo sin seguro. Para tratar un problema que tenía en esa época utilizo pastillas que había guardado desde el año anterior.
Tras re-conseguir el seguro, tengo un accidente de bici y visito un nuevo “centro de la medicina avanzada” superlujoso del hospital asociado con mi universidad. (Queda al lado del sitio de mi accidente.) El seguro me cubre una revisión radiográfica y un cabestrillo simple… la visita entera dura 45 minutos y por eso pago $300 por encima de lo que cubre el seguro.
agosto, 2007: Me caso.
2007-2008: Durante más de un año, el gran debate entre los precandidatos Barack Obama y Hillary Clinton gira en torno a si una reforma sanitaria debe incluir un requisito (o “mandato”) para que todo el mundo o consiga seguro médico (algunos con subsidio parcial o total, según sus ingresos) o pague una multa. Clinton dice que sí, Obama no. La versión final del Obamacare incluirá el mandato. Durante las campañas de 2008, ningún candidato que obtenga un respaldo significativo del público propone nacionalizar la industria sanitaria.
diciembre de 2009: Tras muchas extensiones dejo formalmente de ser estudiante de mi programa de doctorado y caduca mi seguro médico de estudiante. Sigo trabajando, sin seguro.
Unos meses antes de eso, me revisan por una condición del pulmón que promete ser bastante seria … pero al final es resultado de ser nativo de la zona del río Mississippi o haber vivido en el golfo de Texas o haber viajado por algún tiempo en Bolivia. (Estoy sujeto a las tres condiciones.) La condición resulta ser “normal,” pues hay bacterias en el aire en esas zonas que dejan pequeñas cicatrices benévolas en el pulmón de uno, pero los médicos sólo lo diagnostican tras muchas revisiones. Sin tener seguro médico, el episodio – visitas a especialistas, TACs, etc. – hubiese sido carísimo.
Paso los meses del debate político sobre el “Obamacare” trabajando, pero sin seguro médico. La ley se aprueba (pero no es efectiva) en marzo de 2010. Durante casi 4 años más seguiremos viviendo con la duda de si se implementará de forma eficaz, o si será víctima de un ataque político o decisión judicial.
La ley, por cierto , es muy imperfecta, pero hay un período breve durante el cual Obama cuenta con una casi-mayoría de su partido en el Congreso, y la “Ley de Atención Médica Asequible” u Obamacare, representa la salchicha política que logran moler. Su origen está en una ley propuesta por un centro de estudios hiper-convervador como oposición a las reformas de salud fracasadas de Bill y Hillary Clinton en 1993. Como la derecha norteamericana se desplaza cada año más a la derecha, hoy en día se opone vigorosamente a su propio plan de los 1990. (Durante los 70, las propuestas de salud de Richard Nixon estaban bien a la izquierda de donde está el Obamacare ahora.)
2010: Reaparecen mis deudas estudiantiles, algo aumentadas por los años de estudios de posgrado.
julio de 2010: Mi esposa y yo vamos a vivir a la ciudad de Nueva York. Consigo un nuevo trabajo que promete seguro de salud después de algunos meses. Después de un mes, voy camino a casa en bici por el puente de Williamsburg (ahorrándome el costo del tren) y tengo un accidente, fracturándome múltiples huesitos en ambas muñecas. Estoy mal de dinero, y sin seguro, así que no busco tratamiento. Ahora tengo pequeños dolores en las muñecas que son permanentes. Mi trabajo no paga bien, pero promete la posibilidad de alguna promoción, y como voy en camino hacia re-conseguir el seguro, me quedo.
fines de octubre, 2010: Obtengo el seguro médico. Estoy ganando muy poco, y solo logramos pagar la renta (que es baja para NYC) por muy poco. Para financiar mi parte del seguro médico, mi empleador empieza a descontar el 20-25% de mi sueldo semanal.
2010-2013: El Obamacare se promulga tras largas negociaciones, bloqueos parlamentarios, campañas de grupos de derecha y de la industria de seguros, intentos de paralizar el gobierno, y un cierre del gobierno entre el 1 y el 16 de octubre de 2013. Los votos decisivos en el Senado vienen de un republicano que se convierte en demócrata y luego pierde su próxima reelección (Specter, Pensilvania), un senador interino reemplazante del recién fallecido Edward Kennedy – campeón de reformas sanitarias durante las décadas posteriores a las muertes de sus hermanos – que también es reemplazado por otro republicano en una elección extraordinaria (Kirk, Massachusetts), y un senador demócrata recién instalado que toma su oficina tras un re-cuento de votos muy ajustado (Franken, Minnesota). Obama cuenta con la mayoría que necesita en el Senado (60) durante pocas semanas. La ley no se podía haber aprobado con ningún voto menos.
Los intentos de bloquear el Obamacare, incluyendo votos regulares en ambas cámaras, y un surtido de estrategias extraparlamentarias, no han cesado hasta el día de hoy.
fines de 2011: Mi esposa deja oficialmente de ser estudiante del programa de producción cinematográfica que había estudiado en Filadelfia. Pierde su cobertura médica, así que yo le compro seguro a través de mi trabajo. Mi empleador paga un porcentaje más bajo del “premium» (costo semanal del seguro) de ella, así que la cantidad descontada de mi cheque aumenta bastante.
Unos meses después, ella está filmando en un pueblo pequeño del estado de Nueva York cuando adquiere la enfermedad de Lyme. A pesar de la buena cobertura, la experiencia es cara. Pero tenemos mucha suerte: ella se hizo una auto-revisión del cuerpo unos días después del viaje y descubrió la garrapata muy pronto, así que se recupera completamente. Tenemos una amiga que por la misma enfermedad quedó en silla de ruedas. Y hay un tío de mi esposa que sufre fuertes dolores de cabeza por lo mismo. Al parecer, el porcentaje de personas que sufren la enfermedad de Lyme, como muchas otras condiciones crónicas, está aumentando.
junio 2012: El Obamacare es ratificado por la Corte Suprema por un margen de un voto: el del presidente de la corte. John Roberts, nombrado por Bush en 2005 y normalmente muy conservador en sus opiniones, sorprende al mundo político al decidir que la ley es válida.
agosto de 2013: Cumplo 34 años y dejo mi empleo tras más de 3 años. En ese momento llevo más de un año viajando por motivos del trabajo, pero como mi esposa y yo estamos por tener una hija en noviembre, pivoto rápidamente a un empleo local. Pierdo mi cobertura, pero (¡suerte!) esta vez califico para el programa federal “COBRA” que permite comprar el seguro del ex empleador (sin el subsidio de ése). Mi nueva jefa tiene un negocio pequeño, pero me ayuda con una porción de los pagos. Por mi parte, estoy pagando mucho más. En otra situación, optaría por volver a estar “sin asegurar,” pero nos preocupamos por tener un parto seguro. (Mi esposa se operó en 2005 y perdió un ovario, así que se preocupa por posibles complicaciones en general.)
noviembre de 2013: Nace nuestra hija (¡gloriosa! ¡preciosa!), y – ¡gloria de glorias! – tenemos seguro, aunque la cantidad que pago mensual es más de un tercio de mi sueldo. Recibimos una cuenta gorda del hospital por la porción no-cubierta. Debe pagarse antes de fines de año.
El negocio con el cual trabajo abre sus puertas tres días después del nacimiento, y estoy a duras penas para conservar mi posición y sueldo, así que vuelvo al trabajo muy temprano la mañana después de que llegamos del hospital con nuestra hija recién nacida. En total he estado fuera tres días.
diciembre de 2013: El negocio para el cual ahora trabajo no anda bien en las finanzas. Estoy pagando un montón mensualmente para la cobertura “COBRA” y – de todas formas – sé que nuestra elegibilidad para ese programa caducará en febrero de 2015. Unos días antes de la fecha límite para enrolarse en el mercado virtual de seguro médico patrocinado por el Obamacare para enero 2014, voy al sitio web y paso dos horas rellenando los datos de mi familia, por si acaso.
(Una de las preguntas a las cuales respondo con click, “¿Califica [nombre de mi hija] para beneficios de veterano de las fuerzas armadas?” Cosas de la burocracia…)
27 de diciembre de 2013: Por razones del presupuesto de mi empleadora, me convierto en cesante. Llevo 5 semanas de ser papá. El mismo día, mi esposa vuelve al trabajo, por medio día. Unos días después, trabaja un día entero filmando un evento de fin-de-año. En general, por motivos de la lactancia, es difícil que ella esté muchas horas fuera de casa, o sin al menos tomar descansos para usar el aparato «sacaleches».
1 de enero, 2014: Hoy es el primer día de operación de los “mercados de seguro” implementados por el Obamacare (algunos manejados por los estados menos conservadores que no han rechazado la ley, y otro manejado por el gobierno federal a través del famoso sitio web que resultó ser tan problemático cuando se lanzó en otoño).
Nosotros estamos inscritos en una cooperativa del estado de Nueva York, supuestamente sin fines de lucro, que opera por primera vez hoy. Escogí un plan (“nivel plata” entre las opciones de “bronce,” “oro,” y “platino”) que aparenta tener un nivel cobertura parecido a mi plan privado. A la vez, no he cancelado mi plan privado a través de COBRA, pues en teoría el procedimiento oficial para cancelarlo es incumplir los pagos por 6 semanas. Mañana tenemos una cita con una especialista para revisar un problema que ahora tiene mi hija (edad: 6 semanas), y no estamos seguros de nuestro nivel de cobertura para eso (la información disponible es escasa). Hoy cumplimos un día de impago de nuestra cuenta del hospital por el nacimiento.
El estado nos va a pagar casi dos tercios del precio del plan, de acuerdo con mi estimación de nuestros ingresos del año pasado. (El subsidio se revisará cuando haga mi declaración de impuestos en primavera, y el estado conserva el derecho a darme menos subsidio y cobrar la diferencia retroactivamente.) Así que no sé bien exactamente lo que pago, pero será al menos $400 al mes, mas el “deducible,” o la cantidad anual por servicios “no-rutinarios” que no se cubran por el seguro. De todas formas, es mucho menos de lo que estaba pagando antes.
La cooperativa privada que ahora es nuestra empresa de seguro es tan nueva que ni siquiera tenemos una tarjeta oficial. (No la tiene nadie todavía.) Nadie, ni los médicos, saben por seguridad cómo funcionará la implementación. Cuando lleguemos a la oficina de la especialista mañana, no sé bien cuánto habrá de sacar del bolsillo para el “co pago.”
2 de enero, 2014:
6:30. Salimos de casa. Mi esposa se ha levantado antes que yo para lactar y preparar la bolsa con pañales y ropa para enfrentar el invierno neoyorkino. Se dice que habrá tormenta de nieve hoy. Tomamos un tren a Manhattan, y luego otro a Midtown. Estoy llevando a la niña al estilo canguro. Un chico simpático de veintitantos años me dice, “Hey, you’re wearing a baby as a shirt!”
7:45. La oficina de la especialista, en el décimo piso del hospital, está cerrada, pero una secretaria nos deja entrar. La especialista está en su computadora, trabajando con intensidad, rodeada por libros y papeles. Siento una confianza que normalmente no me acompaña en estas visitas. Ahora, por fin, estamos ante una profesora e investigadora.
8:00. Nos manda a la sala de espera, donde vemos los edificios de la zona de Columbus Circle desde unas ventanas amplias. La especialista entra y nos pregunta por el seguro (siempre la primera pregunta en este país). Explicamos que hemos cambiado en las últimas 48 horas y que estamos con una cooperativa nueva con subsidio estatal. Ella mira para arriba, exasperada, pero notamos que al menos está de nuestro lado. Nos recomienda leer la opinión de Michael Moore en el Times del día anterior. “Esto va a ser un desastre. Nosotros … no … tenemos … nada … de … información. No sé a quién contactar. No sé cómo cobrar.” En cuanto a la revisión de nuestra bebé, es excelente y nos recomienda un tratamiento. Sólo falta otra revisión radiográfica (es la tercera en un mes) y una revisión por un cardiólogo.
9:00. Al salir, la secretaria me pide la tarjeta de seguro. “No la tengo,” respondo. “¿No la tienes?” “Pues, es que no la tiene nadie. Debe llegar más tarde este mes.” La médica le pide tomar nuestros datos para resolverlo después.
9:50. Estamos en otro piso del hospital para el examen radiográfico. En otras ocasiones este proceso ha sido de múltiples días, pues es difícil conseguir citas, pero nuestra nueva especialista es de las que coge al toro por los cuernos y ha pedido favores personalmente. La secretaria me pide la tarjeta de seguro, que no tengo, pero le paso la información de la cooperativa. “¿No tienes tarjeta?” “No, no la tiene nadie todavía.” En la oficina pasan un tiempo debatiendo cómo meter nuestros datos.
Entre los datos están el nombre y dirección de mi ex empleadora. Lo he escrito por poner algo, por no provocar preguntas por mi actual desempleo. En la sala de espera, uso mi iPhone para depositar mi último cheque de ese trabajo.
10:30. La bebé come por segunda vez desde que llegamos, y entonces tiene su examen radiográfico. (Le encanta desnudarse pero no le gusta el gel.) Volvemos a la especialista para confirmar los resultados, luego un cambio de pañal, entonces salimos para el cardiólogo. En cuanto a rapidez, ésta es mi mejor experiencia nunca. El mero hecho de poder volver a la oficina de la especialista el mismo día, en vez de pedir otra cita y pagar de nuevo, me sorprende. Ella es muy dedicada y generosa.
Reflexiono sobre eso. Vivimos en un país donde el estándar de atención médica depende mucho de la capacidad, inteligencia, y agresividad del médico de uno, y especialmente de su voluntad de pelear con la empresa de seguro para conseguir mejor cobertura para los servicios. ¿Es posible que el estado ahora me ayude a pagar tal persona? ¿Que este nivel de atención podría ser público? (Luego, por la tarde, escucho un reportaje en la radio sobre el gran número de indigentes sin hogar que ahora tendrán seguro por una expansión de Medicaid – programa de cobertura para los más pobres que existe desde los 1960 – que también es parte del Obamacare.)
11:45. Salimos a la calle y cruzamos Manhattan a pie por la calle 59. Pasamos el edificio de CNN, la estatua de Colón, el Hotel Plaza – todavía decorado para la navidad –, la Quinta Avenida, FAO Schwartz – la supertienda de juguetes –, y Park Avenue. Hace frío, y Midtown está bonito.
12:15. Subimos a la oficina del cardiólogo. Esta secretaria se exaspera un poco más conmigo. “¿Tienes tarjeta?” “No, no la tiene nadie.” Le explico la situación y me pide mandarle una copia de la tarjeta por fax desde la casa. Vuelvo a explicar que no tengo tarjeta todavía, y no estoy seguro de si me entiende, pero igual le prometo una copia cuando yo la tenga. Después de 20 minutos, y otra lactancia, vemos al cardiólogo para el ecocardiograma. Es muy formal, pero simpático.
1:00. Estamos saliendo del edificio cuando el cardiólogo, ahora mucho más casual en su conducta, nos para. Pide que le ayudemos. “Mientras Uds. investigan todo esto, ¿podrían pasar cualquier información a mi oficina? Temo que las cosas vayan a cambiar mucho, y ninguno de nosotros sabe bien a quién admitir ni cómo cobrar.”
1:15. Volvemos en tren. Mi esposa baja antes que yo para intentar trabajar medio día en la oficina. Con la bebé sigo para la farmacia. Espero que sea una parada rápida, pues ella querrá comer pronto.
1:45. En la farmacia no tienen la receta pero van a pedir el medicamento. “¿Cómo paga Ud.,” me preguntan. “¿Tienes tarjeta del seguro?” La beba se despierta, tiene hambre, y ha empezado a gritar locamente. Mi cara no cambia, espero. “No, no la tiene nadie.” Quiero salir rápido así que le paso mis datos en un papel y prometo pagar la medicina cuando llegue. (Final feliz: Horas después se acepta el seguro, y ¡resulta que la droga saldrá barata! ¿Es una señal?)
2:10. Llegamos a casa, mi niña gritando, yo calentando la leche y cambiando el pañal torpemente, a mi estilo. Ella come rápidamente y empieza a calmarse.
Por alguna razón, pienso en los VANTs, los vehículos aéreos no tripulados. Pienso en las guerras secretas, las cárceles secretas, … en los pinchazos telefónicos, la colección de data digital… ¿Y qué pasa si el Obamacare es un verdadero sueño americano? ¿Qué pasa si logra superar sus problemas y resulta ser un regalo del cielo para familias como la mía? ¿Qué pasa si, además, las políticas de Obama me ayudan a pagar las deudas estudiantiles?
3:15. Aún me quedan un par de horas antes de la llegada de mi esposa, y de mi próxima entrevista de trabajo. Así que con mi primogénita bailamos un rato.
3 de enero, 2014. Escribo un poco, y entonces parto para una entrevista de trabajo. Durante la noche la tormenta ha dejado mucha nieve. Dejo la crónica aquí por ahora. ¿Me seguiréis al próximo capítulo de la aventura?
Me parece terrorífica la incertidumbre del ciudadano bajo un sistema como el que describes (el anterior), cómo condiciona tu salud e incluso en buena medida tu organización vital. Y respecto al Obamacare… suena como una mejoría, pero demasiado compleja la organización, ¿no?
Muy interesante la crónica! 2 preguntas, Noble. ¿Se estima que haya otra implementación que no sea subsidiar a un prestador privado, como por ejemplo la creación de hospitales públicos? ¿Las empresas privadas que hasta ahora tenían el monopolio de la prestación de salud recibían en algún caso subsidio estatal o flujo de dinero público que no fuera Medicaid o Medicare? Mucha suerte, amigo! Que consigas laburo pronto. Besos a los tres.
Gerardo, ¡gracias por la lectura! (1) En los años del debate Obamacare (2008-2010), tu sugerecia se conocía como “la Opción Pública,” y fue un componente de algunas de las tempranas versiones de la ley que no se promulgaron. La Opción Pública hubiese sido un plan administrado directamente por los gobiernos estatales – o el gobierno nacional – que competiría con las otras cooperativas sin fines de lucro, y con las empresas privadas. … También había una propuesta para que un ciudadano pudiera comprarse Medicare, con o sin subsidio. (El programa Medicare es suficiente grande que para conseguir descuentos en drogas, servicios de laboratorio, etc.) (2) Bueno, ahora hay bastante subsidio para tales empresas … que al final van a beneficiar de la llegada de más personas al mercado. Antes: Tema complicado. El subsidio más gordo ha sido favorecimiento en el sistema de impuestos, por ejemplo en los impuestos sobre nómina de las empresas que ofrecían planes a sus empleados. Y, en general, yo diría que tanto las empresas de seguro como las empresas de drogas y los vendedores de tecnología médica han beneficiado de muchos años de política proteccionista en estas áreas. En cuanto hospitales, hay un montón de subsidios gubermentales y créditos tributarios en juego allí.