El renacido (The Revenant), 2015, de Alejandro González Iñárritu
Película desmesurada en todo: The Revenant (El renacido), Iñárritu, 2015. Fabulosos paisajes naturales, una fotografía espectacular, música y sensaciones sobrecogedoras. Alarde técnico y de producción, impresionantes panorámicas con una profundidad de campo que marea, cámara flotante que circula en medio de la acción absorviendo al espectador, fases de sangre y violencia tan vívida que pone los pelos de punta… Al igual que es excesiva, épica, la muerte y resurrección del protagonista: la epopeya del hombre en medio de una naturaleza cruel e infinita (pienso que la obsesión final, el ansia de vengaza, le sobra al film porque contamina de catarsis holiwoodiense un argumento puro que hubiera sido digno de ‘El viejo y el mar’). Es comprensible que haya sido tentador para el director añadir a su filmografía esta pieza monumental, este empeño técnico y humano descomunal… ¡y ganar con ello otro oscar! ¿Cuál es, entonces, el problema? Pues quiza es que estamos ya mayores para que las desventuras de unos tramperos acosados por los indios, las desgracias de un hombre perdido en las montañas nevadas…; puedan mantener nuestro interés vivo, por muy espectaculares que sean las imágenes, durante dos largas horas y media de nuestra vida.
Ver tambén «The Revenant: Iñárritu frente a su espejo» por Francisco Carrillo
Sinopsis de The Revenant
Año 1823. En las profundidades de la América salvaje, el explorador Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) participa junto a su hijo mestizo Hawk en una expedición de tramperos que recolecta pieles. Glass resulta gravemente herido por el ataque de un oso y es abandonado a su suerte por un traicionero miembro de su equipo, John Fitzgerald (Tom Hardy). Con la fuerza de voluntad como su única arma, Glass deberá enfrentarse a un territorio hostil, a un invierno brutal y a la guerra constante entre las tribus de nativos americanos, en una búsqueda implacable para conseguir vengarse. (FILMAFFINITY)