Dan Turner y la novela negra golfa

Acaba de aparecer el volumen Dan Turner, detective de Hollywood, editado por SegaSaturno, que presenta siete relatos de Robert Leslie Bellem, autor pionero de la narrativa negra en las revistas baratas estadounidenses de los años 30, pero que se mantuvo fiel al relato breve sin dar el salto a la novela larga y con pretensiones literarias. Muy bien presentado, con textos informativos, fechas de publicación, títulos originales…, y traducido en el estilo coloquial que corresponde al tono de la obra, el libro es toda una delicia, especialmente para los seguidores de la narrativa negra en su versión más golfa, picante y cínica. Buenas dosis de acción, ingenio, suave erotismo, espontaneidad y frescura, hacen que las páginas del libro se degusten de un tirón.

Dan Turner

Un rasgo original de este detective es que sus casos están ambientados en el mundo del cine clásico, de los grandes estudios de Hollywood. Así pues, en lugar de gangsters, narcotraficantes, atracadores, mafiosos, expresidiarios…, en sus páginas nos encontramos estrellas del cine, jóvenes actrices, agentes, productores, empleados de los estudios…, también abogados, periodistas y papparazzi. Esto le da un aire glamuroso, diferente al universo criminal al que estamos acostumbrados.

Contrariamente al sambenito que parece pesar sobre Bellem (como autor barato, delirante, enloquecido; malo pero simpático, etc.), lo cierto es que los relatos plantean los conflictos naturales en el entorno social elegido: chantaje a la estrella por su tormentoso pasado, celos profesiones y amorosos, ambiciosas debutantes que se arriman a las grandes figuras, robos y estafas, secuestros… por las joyas de la vieja actriz, por la herencia, etc. Y dichas situaciones están bien resueltas (pese a la brevedad de los relatos, que obliga a cierto esquematismo), de manera razonablemente comprensible (cosa que todo un Chandler no podría decir), con resoluciones plausibles y con cierta sorpresa final.

En cuanto al estilo irreverente, desenfadado y golfo de los relatos de Bellem y de otros autores de la narrativa más popular, en lugar de caracterizarlo por comparación negativa con las figuras santificadas por el canon (resaltando lo negativo, las «deficiencias» de los autores populares que, en el mejor de los casos serían «malos pero divertidos»), encuentro más útil detectar los rasgos positivos, las virtudes propias de las obras (obras que pueden ir desde Dan Turner y similares, hasta Keith Luger por ejemplo, pasando por El Encapuchado… y tantos otros), pues van a ser justamente esas características (no todas en cada autor, se entiende) las que nos hacen disfrutar de su lectura hoy, cerca de un siglo después.

Rasgos de la narrativa policial golfa

1. Brevedad

En general, lo más popular y sin pretensiones de la narrativa (policiaca o no) se ha plasmado en formatos breves, desde las novelitas en la España de principio del siglo XX (la Novela Popular, la Novela Semanal, etc), pasando por las llamadas revistas pulp norteamericanas, hasta incluir el universo bolsilibro. Esta brevedad, positiva a efectos de amenidad e interés sostenido, evita la pesadez que puede aquejar a las novelas más largas: las descripciones prolijas, los diálogos inflados e interminables, los argumentos abstrusos…; y ofrece al lector una experiencia concentrada, contundente, dinámica. Una extensión muy gratificante es la de 80 o 90 páginas (la novelita española, el bolsilibro, las historias cortas de Chandler, como Nevada gas, una de sus obras maestras), la cual deja una sensación de obra redonda, completa pero sin pesadez. Una extensión menor, como las historias de Dan Turner que reseñamos aquí (20 – 30 páginas, una brevedad quizá excesiva), produce un efecto como de capítulo de serie televisiva, con esa sensación de ganas de más y prisa por iniciar otro episodio.

2. Ironía, despreocupación, ligereza

Obviamente, el detective golfo no es un delincuente, pero sí es un buscavidas, actúa por interés (desprecia un caso de cien dólares pero se mete en los peores fregados por una oferta de cinco o diez mil) aunque luego puede ayudar a quien le plazca, según su capricho moral, que es independiente de la ley y de las férreas virtudes judeocristianas. No es un sacrificado justiciero moral ni sus historias nadan en seriedad ni en drama. No vive, pues, de sus sólidas convicciones morales, ideológicas o justicieras. Vuela en alas de la gracia (encanto, ángel, duende, desenvoltura, salero), del ingenio, del sarcasmo, de la oportunidad; de su personalidad directa, espontánea… Y este es un rasgo altamente positivo y atractivo, pues dicha gracia natural, ese desparpajo y chispa, conectan con lo que quizá nos gustaría ser, o con la manera en que intentamos actuar por encima de las pesadeces y engorros de la realidad cotidiana.

3. Libertad de imaginar

Si bien no particularmente en este libro que nos ocupa, es en general rasgo característico de la narrativa de género más popular y desprejuiciada (y también, por tanto, del policial golfo) un uso más libre de la fantasía, un volar la imaginación sin las paralizantes anclas de lo verosímil, de lo aceptablemente cotidiano: métodos de asesinato inusuales, bases secretas, máscaras, sectas… Pueden caber también los villanos de desaforada maldad, con sus locos cacharros y sus complots de dominio. Esta libertad de imaginación, permite la creación de universos muy personales, con sus propias reglas y misterios. Otro factor, mal que les pese a los puristas, por el que puede fascinar y enganchar la literatura más popular, golfa y desenfadada.

4. Acción y antimelancolía

Es muy atractiva, sin duda, la imagen melancólica de Marlowe meditando sobre los misterios de la amistad masculina mientras engulle un whisky doble. O pasear con Carvalho por Barcelona llorando los destrozos de la gentrificación olímpica… Estas melancolías humanas o ideológicas están muy bien, pero no son para todos los días. No todos los días nos apetece pasar la velada en casa, fumando en pipa mientras reproducimos las partidas de ajedrez de Capablanca; ni tampoco cocinando, durante páginas y páginas, complejas recetas de alta cocina. No; junto a esos, hay otros días (para algunos la mayoría de los días) en que preferimos saltar a la calle y hacer cosas, correr, abrirnos paso (con un par de mamporros si es necesario) y hacer atrevidos avances con las chicas, que suelen salirnos bien porque somos jóvenes, altos e ingeniosos…

Así es Dan Turner, detective de Hollywood y así es en general la serie negra golfa: antimelancólica, no intelectual sino vitalista, alegre, desenfadada y brillante. Transmite sin duda una energía muy fuerte y positiva, que atrae y engancha. Como es lógico ese espíritu va expresado en el estilo de lenguaje adecuado, que no es necesariamente de menor calidad pero sí más directo, más simple, sin pujos literarios, sin recrearse en la descripción de paisajes y decorados, y sin perder el tiempo en meditaciones tristonas. ¿Es una cosa mejor que la otra? Estéril polémica: cada cosa tiene su momento y puede disfrutarse dependiendo del deseo, del estado de ánimo, de la vibración que ande buscando el lector.

5. Descaro sexual sin complejos

La golfería de Dan Turner (y de tantos detectives de su cuerda) se expresa de forma contundente en su relación con las mujeres. No olvidemos que este estilo nació en los años previos al Código Hays (el sistema de censura norteamericano vigente hasta 1967 pero muy presente, incluso hoy, en los productos masivos de la industria) y que en aquellos tiempos tanto en la narrativa como en el cine saltaban las chispas eróticas entre los personajes con gran libertad. Tras la instauración de la censura, el detective joven y mujeriego se vio sustituido por el maduro inexpresivo y duro como una piedra (Bogart, Mitchum). Al no poder ya resolverse con naturalidad las tensiones sexuales, debían éstas sublimarse en sentimentalismos amorosos, plasmados metafóricamente en el célebre beso. A este respecto baste comparar las versiones de El halcón maltés: desde la alegría y desempeño erótico de Spade en la versión precode de 1931 (con Ricardo Cortez y Bebe Daniels), incluyendo la presencia de la homosexualidad; hasta su opuesto: la soporífera y pacata versión de Huston (1941), arrasada por la censura, con un estreñido Bogart y una monjil Mary Astor…

Pero el detective de la serie negra de estilo popular y picante se mantuvo fiel (llegando, mal que bien, hasta el bolsilibro hispano) a la calentura erótica, al aquí te pillo, aquí te mato, a la manipuladora mujer fatal, a las descripciones físicas de alto voltaje (sin llegar nunca a lo pornográfico), y a las escenas de intensa seducción. Todo ello referido a los placeres sexuales, se entiende, ya que no se le ocurriría al detective golfo enamorarse de la clienta y proponerle matrimonio (como hizo Marlowe al final de su carrera, blandenguería que sus seguidores no deconstruidos aún no le hemos perdonado), sino ejercitar la esgrima erótica con la dedicación y éxito de la vitalidad juvenil; o todo lo más, vivir un corto periodo de tórrido romance aún más bello al tener fecha de caducidad. ¿Que es más real el caso de Carvalho, que debe sufrir las presiones de su novia eterna para hacer una vida más ‘de parejita’? Lo sabemos por experiencia, pero tan bien está contemplar nuestra propia realidad como, en otros casos y momentos, disfrutar de diferentes realidades, de otros modelos alternativos de acción de los que disfrutar porque sí, despreocupadamente, y que se asemejan más a lo que nos gustaría (o a lo que intentamos) hacer.

Dan Turner, detective golfo por excelencia

Y eso es lo encontraremos en el libro Dan Turner, detective de Hollywood: historias criminales con casos breves ambientados en el mundo del cine, peripecias llenas de intensa acción y dinamismo, llevadas con ironía, ligereza y agudos diálogos; y con buenas dosis de un erotismo picante y descarado. Esta es la particular manera de ser buenos (o sea, de gustar) estos relatos; los rasgos positivos, al menos para los que somos afines al estilo golfo, gracias los cuales estas historias, sin aspirar a las más altas cotas literarias, nos harán pasar ratos de lo más agradable.

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