Barbie (Greta Gerwig)

 
Margot Robbie es Barbie
Margot Robbie es Barbie

“Barbie es la primera película dirigida por una mujer que alcanza los 1000 millones de recaudación”. Es la noticia que nos han vendido hoy los medios como enésimo gancho para que las salas sigan atiborrandose de espectadores para ver el último fenómeno cinematográfico. Algo muy comprensible después de unos últimos años de salas vacías y una industria huérfana de grandes éxitos. Además, “Barbie” (2023, Greta Gerwig), la película, más allá de sus valores fílmicos se ha erigido en adalid del empoderamiento femenino, transmitiendo a las niñas (supuestamente) un mensaje de autoafirmación frente al “patriarcado” (palabra que se re repite en la cinta hasta la saciedad, quiero creer que irónicamente).

Sin embargo, la colección de epítetos elogiosos con que la prensa especializada (y la prensa a secas) ha saludado a esta cinta… ¿son merecidos? ¿Es “Barbie” una película feminista? ¿Es irónica? ¿Es siquiera una buena película? Todo es cuestión de opiniones pero mi respuesta a todas estas cuestiones es clara. No.

Sharon Rooney es Barbie
Sharon Rooney también es Barbie aunque es menos probable que se agote su muñeca

“Barbie” es aburrida, innecesariamente larga, su mensaje es pueril desde el punto de vista de un adulto e ineficaz desde el punto de vista de una niña (no hablo de niños porque, al parecer, según los autores de la cinta, éstos no existen). Ni siquiera a nivel visual se salva porque, pasados los 10 primeros minutos, la sorpresa inicial se diluye y salvo contados detalles todo es ya repetición.

Y no es que la cinta careciera de posibilidades. El inicio en Barbieland parece que va a llevar la historia por unos derroteros interesantes: la vida exageradamente perfecta que se repite cual día de la marmota en ese mundo de color rosa chicle donde las reglas de la física (y de la lógica) se ignoran hilarantemente, se trastoca repentinamente al mencionar la muerte una de las Barbies. Bueno, más que “una de las Barbies”, la “única Barbie”, ya que la Barbie gorda, la Barbie en silla de ruedas, la Barbie negra, etc. están en la película sólo a efectos de cuota inclusiva no porque tengan incidencia alguna en la trama.

Cuando Barbie (the real one) menciona la muerte en un mundo en que todo es fiesta, alegría desaforada y colorido lisérgico, comienza a sufrir en cadena otras terribles desgracias (sus pies en vez de estar en sempiterna posición de puntillas se tornan planos, le aparece celulitis, etc.) y descubre que ello es debido a que alguien que juega con ella en el mundo real tiene ideas lúgubres y deprimentes.

Barbie presidenta
Barbie presidenta. Si persigues tus sueños, el universo se conjurará para hacerlos realidad.

Por supuesto, ello motivará un viaje de Barbie (Margot Robbie, en su enésimo personaje en que se limita a sonreír, un rol que le va como anillo al dedo en este caso) al mundo real. Allí, intentará hallar a la niña causante del problema y revertir la situación. En el proceso, visitará las oficinas de Mattel y conocerá a sus ejecutivos (dando lugar a algunas de las escenas más bochornosas de la película con un Will Ferrell realmente insoportable), a su creadora (una Rhea Perlman en plan Gepetto en su papel de demiurgo muñequil) y, cómo no, a la persona que jugaba con ella (que no es niña ya sino adulta) y que junto a su hija le acompañará de vuelta a Barbieland para salvar la ciudad rosa del patriarcado que ha impuesto Ken en su ausencia, harto de ser ninguneado por ella.

La parte inicial con el “descubrimiento” de la idea de muerte por parte de Barbie podría haber dado juego pero el guión escrito por Greta Gerwig y su marido Noah Baumbach (que la dirigió en la estupenda “Frances Ha”, entre otras) prefiere ir por terrenos trillados y mil veces vistos, fallando estrepitosamente en la confrontación del mundo real y el de las Barbies (los personajes del mundo real parecen más irreales que los de Barbieland y la cretinesca persecución en las oficinas de Mattel es el ejemplo más claro de ello). Por mucho que la crítica la califique de irónica y sutil, la escritura de Gerwich y Baumbach es obvia y me atrevería a decir que, incluso, burda.

Ryan Gosling es Ken, líder del patriarcado
Ryan Gosling es Ken, líder del patriarcado

Por ejemplo, el discurso feminista del personaje de America Ferrara a las Barbies pretende ser muy incisivo pero, aparte de soporífero, es una simple colección de tópicos y lugares comunes que, supongo, irá dirigido a los padres y no a las niñas (que seguramente en esta parte de la cinta se echarán una cabezadita en el cine).

Porque esa es otra, cuando hay que verbalizarlo todo “para que se entienda”, mal vamos. Lo que los personajes de “Barbie” dicen, además, choca radicalmente con lo que las imágenes nos muestran. Se nos quiere vender la idea de que estamos ante un producto pleno de ironía que incita al empoderamiento de las niñas pero lo que vemos es simplemente un exitoso vehículo para el “rebranding” de una muñeca que ya se había quedado obsoleta frente a otras como las Bratz más “modernas”, “urbanas”, “juveniles” y “multiétnicas”.

De hecho, hay una escena en la cinta en que Barbie es humillada en el mundo real por un grupo de niñas que no son sino una versión en carne y hueso de esas muñecas cabezonas que le hurtaron un 40% de la cuota de mercado a Mattel.

Barbie o cómo luchar contra el patriarcado vendiendo muñecas y, sobre todo, dando la turra

No dudo, por tanto, de que haya inteligencia tras la génesis de esta película pero esa astucia, desde luego, es la de los ejecutivos de Mattel que, sin duda, aumentarán exponencialmente la venta de sus muñecas. De sus muñecas rubias y esbeltas, claro. La Barbie gorda, la embarazada, la tullida, etc. tendrán que esperar a una secuela para tener una cuota mayor de protagonismo mientras acumulan polvo en los anaqueles de las jugueterías. Mientras tanto, loor a este nuevo capitalismo «woke» capaz de vendernos los mismos productos sexistas y clasistas de siempre, pero convenciéndonos de que, al hacerlo, estamos cambiando la sociedad a mejor.

Para acabar, la escena inicial de la cinta, un «homenaje» bastante chungo a la escena de los monos y el monolito de «2001: una odisea en el Espacio» (1968, Stanley Kubrick), dice mucho del signo de los tiempos. En dicha escena, unas niñas, tras contemplar a la flamante, rubia y curvilínea Barbie (seguramente también exitosa profesional), en una suerte de epifanía infantil, destrozan sus muñecas-bebé, artefactos malignos que las preparan y educan para el indigno rol de madres, mientras suena a todo trapo «Así habló Zaratustra». Éste es el máximo nivel de sutileza que van a encontrar en «Barbie», la película.

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