Bohemian Rhapsody (Bryan Singer) ¿Recreación o caricatura?

Bohemian Rhapsody de Brian Singer
Bohemian Rhapsody de Brian Singer

No recuerdo en que fase de alerta estábamos en mi localidad pero el otro día, tal vez como secuela del creciente aburrimiento casero “tardopandémico”, finalmente vi “Bohemian Rhapsody”.

Si, ya lo sé, no me he dado precisamente prisa en verla (se estrenó en 2018). El producto en sí no me interesaba demasiado y, de hecho, me temía desperdiciar 134 minutazos de mi vida en asistir a un espectáculo de cartón-piedra con sobredosis de pelucas y elementos hagiográficos.

Sobre Queen, no me voy a detener demasiado. Hay una percepción (de fan, mayormente) que relaciona sus méritos con el hecho de supuestamente fusionar la ópera con el rock (más que nada por la canción que da nombre al filme, la cual, de hecho, es una rara avis dentro de su discografía). Sobre esto, sólo dos comentarios:

1.- Queen nunca fue capaz de interpretar esta canción completa en directo ya que sus complejos juegos vocales eran imposibles de reproducir fuera de las mesas multipistas de un estudio de grabación. En estos tiempo de autotune y pregrabados, criticar el playback puede sonar ingenuo pero el directo siempre debería ser directo.

2.- Quien vea alguna relación de la música de este grupo con la ópera es que probablemente no haya oído una ópera en su vida. Pero bueno, en España todo un Secretario de Estado, Miguel Ángel Cortés Marín, saludó el estreno de la supuesta ópera “Luna” de José María Cano, calificando al ex-miembro de Mecano como “el mejor compositor español”, así que…

Pero vayamos con la película, aunque ya anticipo que simplemente voy a usarla de excusa para hablar de otro tema que me ha asaltado tras tragarme su innecesariamente alargado metraje. Dirigida por Bryan Singer (conocido por la interesante “Sospechosos Habituales” de 1995 y por la saga fílmica de superhéroes mutantes “X-men”) y co-dirigida, sin acreditar, por Dexter Fletcher, ducho en la dirección de biopics como “Eddie the Eagle” (2016) y “Rocketman” (2019). Con ésta última, intentó repetir (sin éxito) el pelotazo de «Bohemian Rhapsody», esta vez retratando a Elton John.

Bohemian Rhapsody de Bryan Singer
La ambientación, lo mejor del filme

“Bohemian Rhapsody” se centra, cómo no, en la trayectoria vital y artística del miembro más famoso del combo, Freddy Bulsara, posteriormente Mercury. Sin embargo, como suele ser habitual, para poder convertir la historia real en un producto mainstream, se edulcora tanto su biografía que casi se le muestra como un ser timorato, homosexual a regañadientes y contenido en sus excesos (que, de hecho, son más sugeridos que mostrados) lo que choca con el Mercury real, un hedonista desatado que vivió, casi hasta el final de sus días, bajo la premisa de “el placer por el placer”.

Realidad filtrada y con recortes
Seguramente, las presiones de familiares y del resto del grupo, hayan tenido también su influencia a la hora de mostrar las míticas fiestas de Freddy como reuniones tan “alocadas” como un bingo de la 3ª edad en Benidorm. Es comprensible. Durante el rodaje del biopic “Camarón” (2005) de Jaime Chavarri, se cuenta que hubo presiones (amenazas más bien) de incondicionales del cantante hacia el actor Óscar Jaenada para que no dejará en mal lugar al maestro. Igualmente, la familia metió tanta tijera al guión que las referencias a las drogas desaparecieron casi por completo, haciendo poco menos que incomprensible la trama.

El eslogan con el que se publicitó «Bohemian Rhapsody» fue «Lo único más extraordinario que su música es su historia». Es gracioso que se hayan esforzado tanto en hacerla vulgar y sin interés, eliminando gran parte de lo que la hacia extraordinaria.

Karaoke de lujo
En “Bohemian Rhapsody” pasa un poco lo mismo que con «Camarón». Para evitar lo escabroso, se cae no ya en el estereotipo sino directamente en la caricatura (con Óscar o sin él, Rami Malek es muchísimo peor actor que Jaenada). Si bien la ambientación del filme es bastante buena así como la mayoría de las caracterizaciones (el parecido de Gwilym Lee con Brian May llega a ser casi inquietante), Malek como Mercury no funciona. Vemos a un actor imitando a una persona que conocemos en cada uno de sus gestos por haberle visto una y mil veces actuando, en entrevistas, etc.

El actor, conocido por su rol en “Mr. Robot”, serie de culto devenida a su vez en mainstrem sin interés (ah, el éxito…), parece seguir interpretando ese mismo papel salvo cuando imita a Mercury en el escenario. Esto da a la película un carácter de karaoke de lujo con un impersonator mal elegido cuya elaborada caracterización no impide que, cuando acaba de interpretar sus playbacks, en lugar de al cantante de Queen, veamos al inexpresivo hacker antisistema Elliot Alderson de la serie televisiva. Pero bueno, Malek tiene un Óscar a la mejor interpretación masculina y la película recaudó casi 1000 millones de dolares en todo el mundo (¡habiendo costado 52!). Objetivo conseguido.

Pero vayamos a aquello de lo que realmente quería hablar. ¿Son los biopics el género cinematográfico que más se aleja de la realidad cuanto más se esfuerza en reproducirla?

Desde luego, esto es más evidente en películas biográficas de clara vocación comercial como “Bohemian Rhapsody”, basadas en personajes que son de sobras conocidos por el público y, en muchas ocasiones, incluso coetáneos del mismo. Pero podría aplicarse a cualquiera. Basta con que los personajes a retratar sean conocidos para el público.

Bohemian Rhapsody de Bryan Singer
¿Interpretación o imitación?

Mayor desconomiento = más credibilidad
En principio, cuanto más conocido es el personaje (y su vida) y más hincapié se hace en replicar, vía maquillaje, interpretación y caracterización, los rasgos del sujeto a reproducir, más extrañamiento y falta de conexión con el mismo se provoca en el espectador. Esto es consecuencia casi inevitable de ficcionar la realidad. La familiaridad con los rasgos, esto es, el parecido físico, es un arma de doble filo a la hora de armar un biopic creíble. La elección de la dentadura postiza de Mercury en “Bohemian Rhapsody” busca la verosimilitud pero provoca la caricatura, como decíamos antes. En ocasiones, es mucho más eficaz renunciar al parecido físico (y gestual) y abrazar la ficción plenamente como en “Tina” (1993) de Brian Gibson, con una excelente Angela Basset, interpretando y no imitando a Tina Turner (una película, no obstante, pésima, en cuyo final se comete un error garrafal: aparece la auténtica Tina Turner, rompiendo cualquier suspensión de incredulidad que hubiera podido producirse en el espectador).

El factor tiempo
La cercanía en el tiempo entre la reproducción filmográfica de una biografía y el momento en que se desarrolló dicha biografía en la realidad, también es un elemento esencial a la hora de que el biopic funcione o no. Así, podemos sentir como más real y creíble el retrato de Joanne D’Arc que se nos muestra en “La pasión de Juana de Arco” (1928) de C.T. Dreyer que, por ejemplo, el de Freddy Mercury en la película que comentamos, ya que las andanzas de la doncella de Orleans sucedieron hace casi 6 siglos y el dentudo cantante parsi sigue siendo una figura omnipresente en los medios. En cualquier caso, perdón por mancillar el nombre de Dreyer al mezclarlo con el cine mainstream. Nada más lejos de mi intención.

Bohemian Rhapsody de Bryan Singer
La dentadura quizás no fue buena idea…

El riesgo de la caricatura
También puede ocurrir que el personaje sea conocido pero su vida no lo sea tanto. No es preciso explicarle a nadie quién es Gandhi, Truman Capote, Adolf Hitler o W.A. Mozart, pero si le pidiéramos a alguien que nos relatara la vida de alguno de ellos, quizás poco o nada nos podría contar nuestro interlocutor, más allá del estereotipo y los 4 o 5 datos por todos conocidos. En ese caso, las posibilidades de inmersión en lo que se nos cuenta aumentan exponencialmente, cuanto mayor sea nuestro desconocimiento. Siempre y cuando no se caiga en el histrionismo por parte del intérprete. Philip Seymour Hoffman como Capote, por ejemplo, estaba insoportablemente obsesionado con que viéramos al actor y no al personaje en “Capote” (2006) de Bennett Miller.

Del gusto de la Academia
Y esto enlaza con otro aspecto que también tiene su importancia. El biopic mainstream es un género que gusta y mucho, a la Academia por lo que los actores que suspiran por una estatuilla ven en interpretar alguna biografía sonada, su oportunidad para conseguir su Óscar. De alguna manera, el hecho de interpretar a alguien “real” sube la cotización de los intérpretes y consigue una percepción superior de su interpretación… a ojos de los académicos, claro. Nicole Kidman consiguió su Óscar básicamente por ponerse una nariz de goma en las “Las horas” (2003) de Stephen Daldry, interpretando teóricamente a Virginia Wolf (el”personaje real”) mientras que, en la misma película, una actriz que hacia de veras real y de carne y hueso un personaje totalmente ficticio creado por el escritor de la novela, Michael Cunningham, se quedaba sin estatuilla.

Por tanto, ¿qué es más real en la creación cinematográfica? ¿La búsqueda de la recreación de la realidad o el alejamiento total y consciente de la misma? Es una pregunta retórica. Cosas que se le ocurren a uno tras malgastar 134 minutos viendo a Mr. Robot con dentadura postiza.

Por último, para quien quiera conocer un poco mejor la figura de Freddy Mercury, el documental “Queen: days of our lives” (2011) de Matt O’Casey puede aportar bastante más que el biopic “Bohemian Rhapsody”. Claro que ello implica una cierta fe en el documental como reflejo fiel de la realidad, cuando todos sabemos que es quizás el género más ficticio que existe.

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6 comentarios

  1. El musical We Will Rock You se ha realizado en 34 paises y lo han visto mas de 16 millones de personas, es la fuente de ingresos principal de Queen con menos esfuerzos, y claro no iban a arriesgar este dineral por hacer una película sobre un Freddie Mercury real.

    Asi que la película es la version Disney y edulcorada de Freddie, las drogas salen muy de pasada y el tema de su homosexualidad queda reducido a una anécdota, han convertido a un personaje tan interesante como es el solista de Queen, en un personaje plano, tímido y que no rompía un plato, un producto que se hizo a medida para no dañar su imagen (para que el musical siga vendiendo) y para que las nuevas generaciones conozcan su musica y se siga haciendo caja.

    1. Completamente de acuerdo. Queen es una franquicia y nadie arriesga los buenos divididendos que pueda obtener de ella. De hecho, todas las vacas sagradas de la música (como Michael Jackson, por ejemplo) han devenido en marcas. En meros productos. Al mismo nivel que un refresco de cola. Y esto sería extrapolable al Arte en general. El Arte con mayúsculas, ese que no vale para nada.

      1. Llega un momento que el arte se convierte en producto y es mas importante proteger el nombre de la marca para que venda mas ,que cualquier otra prioridad que tenga el artista.

  2. Muy interesantes reflexiones. Yo la disfruté, básicamente porque las canciones la hacían llevadera y la inmejorable compañía con la que contaba.

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