Madre, de Darren Aronofsky (2017)
Desmesura, desproporción…, esta es la idea que mejor define la última película de Aronofsky. Desproporción de medios, de hilos argumentales, de pistas falsas, de acciones y repeticiones, de figurantes, de misterios y violencia, de posibles interpretaciones incluso…
En un principio nos encontramos ante el típico esquema: pareja joven que se muda a caserón antiguo y presumiblemente encantado, en el cual, ella, la joven e ilusionada esposa, empieza a percibir detalles inquietantes. Muchos, los que adoran ese tipo de cintas, se pondrán contentos, pero mejor no se confíen; porque luego, tras una fase de situaciones misteriosas, pero tan constantes y reiterativas que en vez de aterrar resultan más bien estresantes para el espectador, la película se transforma en algo así como “El ángel exterminador”, de manera que es imposible hacer que se marchen unos invitados bastante groseros que se han colado en la casa.
De pronto esa problemática se resuelve, al menos de momento, de manera bastante inverosímil, y nos descubrimos en una situación como de ‘La semilla del diablo” donde todo el mundo parece esperar maravillas del precario feto de la protagonista, que en esos momentos está ya al borde de un ataque de nervios.
Hacia el final, cuando el espectador se encuentra francamente agotado por la excesiva duración de la cinta y por los constantes vaivenes en abrumadora sucesión, se produce un nuevo giro: todo queda sumido en un maremágnum indescriptible, un caos de escenas violentas sin justificación aparente, de frenéticas explosiones que vapulean casi físicamente al espectador.
Pero Aronofsky aun nos depara un último giro, imprevisto, que parece arrojar finalmente algún sentido a todo lo anterior, a todo eso que de pronto captamos como una parábola casi bíblica, aunque también nietzscheana. Con su último aliento, podríamos decir, antes de levantarse extenuado de la butaca, el espectador se pregunta si era necesaria tanta desmesura, tanto vapuleo, para acabar presentando una idea que es ingeniosa, sí, pero que no viene a aportarnos nada demasiado nuevo, ningún enfoque que enriquezca nuestra vida, como no sea la sabia recomendación del amor cristiano… Nos tememos que la respuesta, en la mayoría de los casos será negativa.
Por lo demás, correcto Bardem en un papel de hombre bonachón pero con fondo inquietante, si bien la ausencia de matices y de evolución de su personaje, no le permiten lucirse en demasía. En cuanto a Laurence, que es la verdadera protagonista del film, la vemos vagar por la pantalla durante dos horas con la misma agotadora cara de susto, incomprensión y pasmo.
En resumen, desmesura y agotamiento del espectador. Desproporción entre el misterio que al final se nos desvela y el abrumador, desasosegante, y no bien justificado derroche cinematográfico que el director despliega ante nosotros.
Sinopsis de Madre, de Aronofsky
A una mujer (Jennifer Lawrence) le pilla por sorpresa que su marido (Javier Bardem) deje entrar en casa a unas personas a las que no había invitado. Poco a poco el comportamiento de su marido va siendo más extraño, y ella empieza a estresarse y a intentar echar a todo el mundo.