Fue una sorpresa para mí que El País incluyera Un amor de Sara Mesa como una de las mejores novelas españolas del siglo XXI, ya que la ambición literaria, la calidad de la prosa, dejan bastante que desear, por mucho que algunos quieran, haciendo de necesidad virtud, hablar de un estilo desnudo, preciso, justo…, para ver dicha pobreza como algo valioso.
Con todo, se veía en el libro cierta coherencia, cierto proceso en los personajes, que daba algún interés a la lectura. También por otra característica que a la postre puede ser su principal virtud. Y es que el texto admite muy variopintas interpretaciones, lanza pedradas en todas direcciones y así transmite una sensación de complejidad que deja al espectador pensando. [Para los que no hayan leído/visto la obra, avisamos de que se desvela aquí mucho del argumento y del final].
Un amor, la novela de Sara Mesa
El libro nos presenta a un personaje (Nat, la protagonista) poco simpático, conflictivo, dramático en exceso: huye de sus propias acciones poco éticas en el pasado, es depresiva y susceptible, maniática casi, con poca o nula justificación para tanto tormento vital… Pese a sus dudas morales del principio, y mediando ciertos autoengaños mentales (o autojustificaciones, habría que decir, ya que en realidad parece que hay mucho de turbio deseo en esa aceptación), acaba cediendo a un intercambio de sexo por dinero; las excusas y embrollos mentales siguen, a medida que repite compulsivamente esa satisfacción sexual con un casi desconocido. Luego, cuando dicho deseo se estabiliza en costumbre y en posesividad, llama a ese sentimiento un amor.
Pronto, al no ver satisfechas sus exigencias de fidelidad, cae presa de los celos, persigue al ser querido, acosándolo de la manera más tóxica… Si fuera solo por el personaje principal, se diría que el libro pretende revelar el reverso del acoso a la mujer, mostrando las miserias internas en el lado donde suele situarse a la víctima. De hecho, ha podido ser criticada desde sectores feministas por presentar tanta toxicidad en el personaje femenino… Pero, como decíamos más arriba, también los otros lados reciben sus varapalos: el variado machismo de unos y otros; la hipocresía, la cerrazón en general de la colectividad.
Así pues, ha sido factible para Coixet transformar la historia, cortando aquí, cambiando o acentuando allá (sobre todo aprovechando el oportuno aunque secundario personaje del casero), para adaptarla al mensaje que nos quería transmitir con su adaptación. Es decir, la lucha de una chica tímida y simpática en busca de amor contra un entorno represivo, machista y acosador.
Un amor de Isabel Coixet
Para ello, todos los rasgos definitorios del libro se van vaciando de sentido: Si en la novela la chica huye de un robo que cometió (oscuridad y culpa), en la película escapa por su sensibilidad positiva: no aguantaba el sufrimiento de los refugiados a quienes traducía (aquí los insertos de una mujer africana contando sus miserias son realmente vergonzosos, por lo inoportuno y manipulador). El carácter negativo, malpensado, retorcido, de la protagonista es omitido o disfrazado; sus luchas mentales antes de aceptar el trueque, silenciadas como si su acción fuera lo más normal del mundo (la ausencia de voz en off quita toda relevancia a su proceso mental).
En Un amor de Isabel Coixet, la en cierto modo hermosa descripción de cómo Nat siente el acto sexual inicial, queda completamente minimizada y deformada; sus exigencias de que su evolución desde el deseo hasta el amor romántico sea secundada por el alemán (dejemos de lado lo erróneo de la selección del actor y la falsificación del carácter del personaje) son drásticamente suavizadas; sus celos enfermizos a nivel de acoso, de elevada toxicidad, quedan milagrosamente transformados en positivas muestras de amor y luego de desamor. El final, que ya es insatisfactorio y vago en el libro; en la película resulta patético…
En una cosa sí es fiel Un amor de Isabel Coixet, logra reproducir el estilo deslavazado, gris y sin gracia de la prosa de la novela. Por lo demás, se las arregla para dejar insatisfechas a todas las partes: la novela queda falseada y desvirtuada a fin de transformarla en el alegato antipatriarcal que la directora, según parece, ansiaba añadir a su filmografía. Pero tampoco dicho alegato queda bien plasmado pues falta para ello claridad, sinceridad, sentimiento; y sobran los constantes planos melancólicos y sin gracia. En cuanto al espectador, ya bastante aburrido durante el desarrollo del film, se queda a cuadros ante el incomprensible y decepcionante final.