Mara Pastor: Lata de reservas

Los estudiantes

Los profesores nos volvieron locos;  NICANOR PARRA

Los estudiantes saben
de arañas en la luna pero aleganstratos03
que es mejor saber si pasan hambre
por culpa de los zares muertos
que cantaban con la boca llena.
Fue Gioconda quien se hizo los bigotes.
No hay gerundios cuando se está en guerra
ni te sangra la nariz en el amazonas.
Un mandala es un apóstol de la forma.
Flaubert pensó en los mayas cuando fue a Egipto.
No hay ilustrador que haya hecho a Cide Hamete.
Lo importante es que Goliat era un gigante,
la filosofía un holograma de la historia
y una churuata yekuana es una bóveda al cielo.
Irnos, irnos, irnos desde entonces.
Todos dirán que las estudiantes
sabían de la historia su lápiz roto
hablándole sin devociones
con la infidelidad frágil al evento.
-Así iban con mezclilla y pancarta
como que estamos a comienzos de siglo-
Tenían todo por lo que molestarse
molestándolos de esa manera
sobre todo por lo inconfesable:
a qué tanta manía policíaca
¡tanta crueldad en el vacío más negro!

Nodriza de jaguar.
Cuicuizcatl es golondrina en náhuatl.
En San Juan Chamula el tiempo se derrite en la Coca Cola.
Hay poemas antiácido como hay antipoemas.
La verdad es un número primo,
corazón de los manifestantes,
árbol genealógico de las Venus de Willendorf,
las maestras leñateras de San Cristóbal,
las moradas según Santa Teresa,
la correspondencia entre anónimos,
el heterónimo de los heterónimos.
El Estado nos remata en la ciencia
y una familia alternativa no existe en el censo.
¿Por dónde anda el insecto de tu nombre?
El mínimo común múltiplo es una semilla sin
alteraciones genéticas ni contratos de Monsanto.
Mamada luz que origina discursos vacuos.
El om es todo el origen que se necesita.
Mi pez beta llegó enfermo de un tianguis.
Assenge va en uno de los jets del Apocalipsis.
Los monitores son el colmo de Eco.
El fin del mundo fue antes de los trenes.
Sinapsis del lenguaje para los pizarrones del futuro.
Tacha las palabras en boca de las corporaciones.

Nos sentaron en la mentira de las cosas
que resultó un asiento muy incómodo
del que nos paramos con contestaciones
leídas a espaldas de maestros de creación literaria
y con poemas de Parra en la Biblioteca Lázaro
en donde hicieron un huerto los estudiantes en huelga
con insectos que polinizaban otros pupitres,
flores de tubérculos que heredamos de los esclavos.
El gobernador dijo frases ridículas sobre la universidad.
Calle 13 leyó Flor de Ciruelo y el viento y lo anunció en su twitter.
Para mí la poesía nunca deja de comenzar
y me atravesaron versos de José María Lima el corazón las horas
y es que los poetas matemáticos saben bien
“como relacionar el marxismo con el cálculo integral”
¿Será esa una verdad ontológica como murciélagos
que intercambian saluditos pesados,
perturbando la calma del universo?
Ese es nuestro mundo lleno de huelgas,
de rebeliones y multitudes clamando el quiebre
que evitan las nalgas de los empresarios de la ONU
y sus redes de esclavas sexuales en Bosnia.
Como en el poema épico del Bhagavad Gita,
Arjuna comprende que enfrentarse a lo que ama
es un deber ético para llegar a la justicia.
Comí bagels con Lydia Cacho en un pueblo del Midwest.
Su mirada era toda presente:
He ahí algunas esperanzas para las estudiantes
que caminamos a altas horas de la noche por un campus
con temor a que nos secuestre el taxista o nos viole un futbolista
que nos explote el gas lacrimógeno de los abuelos
que nos separa para siempre un vagón de los hombres
el miedo, el miedo, el miedo que encaramos
diciendo la verdad de la mentira.

El inconforme comprenderá
que la justicia es un ángel feroz
que cepilla palabras a contrapelo:
¿determinar la bajeza de una fuga radioactiva?
¿desprogramar la extinción de las especies?
¿demostrar que es irracional no hablar de desaparecidos?
¿aprender de memoria los Antipoemas de Nicanor Parra?
Déjense de excusas con nosotros
no hay que dirimir ninguna crisis
para aprender a escribir los nacimientos
y a continuación los poemas de lucha
(con las emisiones de CO2 de Obama)
en una bancarrota digna de un imperio opresor.

Y mientras tanto ocupar.
Y mientras tanto ocupar.
La juventud se quitó las alas
con una suavidad insospechada.

(De Poemas para fomentar el turismo, 2011)

Arcadian Boutique

Un montón de muebles viejos,Mariela_desnudo_03_PROCESO_2
señoras que usaban corsets,
sus células muertas por todas partes.

Como dormir sobre sus camas.
Aún las sábanas huelen a bálsamo de tigre.
Unas cuántas lámparas.

Se abre la puerta con algunos pedidos.
Detrás de la casa cuentan que han muerto varias.
Hay un huerto de sal desamparado
que retoña entre el esmog de los coches.

La calle Main. Tan despreocupada de su importancia.
Con su árbol lleno de luces rojas anunciando
la boutique de antigüedades.

A veces las veo por la ventana acercarse a la puerta.
Son mujeres que tuvieron estos objetos y vuelven por ellos.
Se cansaron de vivir sin sus armarios.

Moho

Los carros de mi casa
tenían los retrovisores pegados con silicona
porque no había dinero para repararlos.Papeles-Dispersos_16_FB
Los espejos fragmentados
como en un rompecabezas mal hecho.
Cuando mirabas por ellos
veías a conductores ebrios, mujeres golpeadas,
adolescentes maquillándose,
niños olvidados en los asientos traseros,
parejas camino a los moteles o a la iglesia,
asesinos vestidos de empresarios,
monjas serias que miraban hacia el frente,
al vecino evangélico gritándole a la esposa,
yerberos capsuleando, novios recién casados,
ambulancias,
músicos camino a los conciertos en el anfiteatro,
transacciones de droga, de armas, de huesos,
plátanos verdes traídos de Dominicana
y piñas gigantes más dulces que la miel,
veías volkys de colores,
y los contabas y poco a poco desaparecieron,
cañas de pescar, tablas de surfear,
las varetas de madera con las que enmarcaba el padre
y que los amiguitos de la escuela
llamaban escopetas,
veías a los policías
que querían multarnos por ir rápido, por ir lento,
por ir con los retrovisores rotos pegados con silicona,
a la heroinómana en el semáforo
que se quedaba pidiendo monedas
cuando los carros mohosos aceleraban
para llegar a la casa,
a la escuela, a la universidad, al trabajo.
Retrovisores rotos,
movilidad enmohecida por el salitre
mar por todas partes, reflejo de fractal en aguacero,
posibilidad de Yunque, ave costeña, yagrumo,
flamboyán como hemorragia del camino.
En los carros mohosos de mi casa
se hicieron pequeñas revoluciones
amorosas y escolares,
pronuncié correctamente la palabra periódico,
conduje rápido por las autopistas y la ruta panorámica,
me escapé al grito de Lares y a veces vi fantasmas.
Los ferrocarriles dándole la vuelta a la isla
y los rostros de la gente
asomados por las ventanas de los vagones
sin que nadie se quejara de no tener aire acondicionado,
a mis tíos sin cinturón yendo por la número uno
antes del accidente que hizo llorar tanto a mi madre
y a mi abuelo subiendo la ventana automática
como si fuera un gran adelanto para la familia.
El pasado de esta isla sólo puede verse
en un retrovisor roto con espejos mal pegados:
recuerdos enmohecidos
que están más cerca de lo que parece.

 

Lata de reservas

para perpetuar la clave
de cómo un cuerpo concluye otro,
de cómo el hombre, a fuerza de cicatrices,
se va haciendo bosque perfecto,
ciudad de cáscara,
selva de aire
Vanessa Droz

Hoy mientras hablaba con María
noté que una antigua
cicatriz que tengo desde niñampshanghaichina
en mi dedo pulgar izquierdo
se enrojecía nuevamente.
He querido ignorarla
aunque cada vez la herida
retrocede en el tiempo
y parece haber ocurrido hace poco.
Tendría trece, catorce o quince
y me hice una herida con el filo
de una lata de reservas.
Algo tan nimio y mal sanado,
pensé. Hasta ha vuelto el ardor
de la piel regenerada y frágil.
Le dije a María lo que había ocurrido.
Ella abrió los ojos,
se puso la mano en la frente
y buscó en su cuerpo alguna cicatriz
de regreso a su infancia,
o una infancia de regreso en la cicatriz,
por si había sido el momento
de reconocer la herida común
en los caparazones,
por si era que al unísono dijimos
algo que nos regresó en el tiempo
como si la herida hubiera oído
y se hubiera quebrado de callar,
como si las cicatrices hubieran
dado el grito de guerra, despertad,
cicatrices del mundo, doled.

(De Arcadian Boutique, 2014)

Mara Pastor, la autora

Mara Pastor (San Juan, Puerto Rico, 1980). Es autora de siete libros de poesía entre los que se encuentran Poemas para fomentar el turismo (San Juan, Secta de los perros, 2012), Arcadian Boutique (Ciudad de México, UNAM, 2014) y Sal de Magnesio (Cuernavaca, Astrolabio, 2015). Su poesía aparece en diversas antologías como 1,000 millones: poesía en lengua española del siglo XXI, Red de voces: poesía contemporánea puertorriqueña, Hallucinated Horse: New Latin American Poets o Mi país es un zombi. Actualmente reside en la Ciudad de México.

** Las imágenes que acompañan los poemas proceden del blog de Miguelanxo Prado, Papeles dispersos.

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